La displasia de codo canina es una enfermedad hereditaria del desarrollo que consiste en múltiples anomalías en la articulación del codo. Es un problema que puede aparecer en la mayoría de las razas de perro, pero que se observa sobre todo en razas grandes o gigantes en edad de crecimiento.

La articulación del codo está formada por tres huesos: el radio, el cúbito y el húmero. Si estos tres huesos no encajan a la perfección, se produce una distribución anómala del peso en la articulación y pequeños pero continuos roces anormales. Esto a corto plazo puede ocasionar dolor, cojeras y artritis (inflamación de la articulación). A medio-largo plazo la articulación sufre una artrosis, es decir, un proceso degenerativo de las estructuras que la conforman que puede ir acompañada de dolor crónico, cojera y falta del ángulo de flexión. Según el grado de la displasia, estas anomalías pueden suponerle leves o graves limitaciones de movimiento a nuestra mascota.

Mi perro se ha desmayado

La patología tiene una base genética, pero también es multifactorial; es decir, está influenciada por muchas causas como el peso corporal, el ejercicio físico, la alimentación o el ambiente en el que vive el animal.

Los perros con displasia de codo comienzan a mostrar leves síntomas a partir de los 5 meses de edad, siendo éstos muy débiles, y comenzando la mayoría de los síntomas a partir del año de edad. Lo más frecuente es que estén afectadas ambas extremidades, y es prácticamente imposible saber de antemano si un perro de raza grande padecerá displasia de codo o no.
Los síntomas que pueden hacernos pensar en displasia de codo son dolor al levantarse o al bajar escaleras, andar con el codo rotado ligeralmente hacia afuera o rechazo del cachorro a hacer la cantidad de ejercicio que sería esperable a su edad, debido a las molestias que tiene.

El diagnóstico requiere un veterinario con experiencia, debido a que muchas veces los síntomas son inespecíficos y puede no ser sencillo llegar al diagnóstico, sobre todo inicialmente.

La radiología ha sido siempre la herramienta diagnóstica inicial de elección, pero en muchas ocasiones no es concluyente y habrá que recurrir a la tomografía computarizada (TC) para llegar a un diagnóstico definitivo. Las radiografías deben ser realizadas bajo sedación o anestesia para poder posicionar correctamente.

El tratamiento en esta enfermedad depende mucho del grado de artrosis y la situación en la que se encuentre la articulación en el momento del diagnóstico. Algunos casos tienen un tratamiento quirúrgico, pero otros serán tratados todo con tratamiento conservador como antiinflamatorios, condroprotectores, rehabilitación o alimentación específica.

Dependiendo de la lesión que la displasia haya producido en los huesos de la articulación, la cirugía puede varíar. El traumatólogo valorará las posibles y diversas técnicas a aplicar y elegirá en cada caso la más adecuada. Además, no siempre la cirugía es resolutiva del a cojera, dado que todos los casos de displasia de codo conducen a artrosis en mayor o menor medida. A veces, las técnicas quirúrgicas simplemente detienen o enlentecen el proceso.

¡Si crees que tu perro puede tener esta patología, no dudes en acudir a tu veterinario de confianza!