Actualmente y desde hace un tiempo, la medicina veterinaria dirige sus esfuerzos hacia la prevención. Los chequeos rutinarios antes de la aparición de los síntomas, nos permiten un diagnóstico precoz de las enfermedades, contribuyendo así, a un mejor manejo y pronóstico de las patologías.

Las estadísticas dicen que la gran mayoría de los gatos no visitan apenas al veterinario a lo largo de la vida, a no ser que se encuentren muy enfermos, ya que los gatos, por su carácter y condición, son capaces de disimular los síntomas de enfermedad mucho mejor que los pacientes caninos.
La principal razón por la que no frecuentan al veterinario es que estas visitas son percibidas como situaciones de estrés, tanto para el gato como para el dueño, y se tiende a evitarlas hasta que no es absolutamente imprescindible.
En el artículo de hoy os vamos a presentar algunos consejos que pueden ser de utilidad a la hora de hacer este momento más agradable.

Antes de salir de casa
En primer lugar, es de vital importancia elegir un transportín apropiado. Los ideales son aquellos rígidos, de tamaño suficientemente espacioso y que permita su apertura retirando sólo la zona superior para poder explorar al gato en consulta sin sacarle del transportín.
El transportín deberá estar normalmente en casa, abierto, con alguna prenda de olor conocido para el gato, de tal manera que se familiarice con él y no lo asocie a la visita al veterinario. Pueden esconderse chuches en su interior para que el gato entre y salga de manera voluntaria estando en casa.
También se recomienda rociar el interior del transportín con feromonas en aerosol (Feliway), que ayudarán a crear un ambiente de tranquilidad para el gato.

Camino al veterinario
Ya sea en coche o andando se debe evitar en la manera de lo posible el zarandeo y movimientos bruscos del transportín. Lo ideal es cubrirlo con una sábana oscura que evite que el gato vea el exterior.

En el veterinario
Si se trata de una clínica amigable con los gatos como es la nuestra, habrá un lugar destinado a la espera de pacientes felinos. En este lugar, los gatos han de estar separados de los perros para evitar situaciones de estrés innecesario. Después, entrará a una consulta exclusiva de gatos, también con feromonas en el ambiente. Una vez allí, no saques al gato del transportín hasta que el veterinario lo indique. Mantente tranquilo y relajado, pues ellos son capaces de percibir tu nerviosismo y lo vivirán de igual manera.

Al volver a casa
El momento de la vuelta a casa debe hacerse de igual forma que la ida al veterinario. En caso de que el gato viva con otros gatos puede ser rechazado o recibido de manera agresiva por los otros, al portar los olores de la clínica. En esos casos, se puede frotar al gato con una prenda nuestra para que adquiera el olor familiar o bien dejarlo separado del resto en una habitación de la casa durante 24 horas, con su comida y bandeja, para que poco a poco vaya recuperando el olor habitual.