El acné felino es una de dermatopatía muy común entre nuestros pacientes, pero que en ocasiones puede pasar desapercibida. En la piel de nuestros animales, se encuentran una serie de glándulas que secretan sustancias para el marcaje y el cuidado de la piel y el pelo. Entre
ellas, se encuentran las glándulas sebáceas, que se encargan de la secreción del sebo y se encuentran asociadas a los folículos pilosos (pelos), en cuyo interior se produce la queratina, una proteína esencial para el pelo y la piel.

En la zona del mentón y alrededor de los labios de los felinos, hay un mayor acúmulo de estas glándulas sebáceas. Debido a alteraciones en el proceso de queratinización y de una excesiva secreción de sebo, el folículo asociado a la glándula puede taponarse y crea este punto negro
tan característico que observamos en la barbilla de nuestro gato.

El por qué se producen estas alteraciones de la queratinización y producción del sebo no está del todo claro, pero parece estar relacionado con los siguientes factores: un defecto de la higiene del animal, el estrés, la inmunosupresión, alteraciones en el crecimiento del pelo, alergias o infecciones víricas recurrentes.

Como síntomas de esta patología podemos observar los puntos negros o comedones en el mentón, que normalmente no causan molestias a nuestro felino. Sin embargo, en algunos casos pueden evolucionar hacia una foliculitis (inflamación del folículo piloso) debido a infecciones secundarias. En estos casos las lesiones que nos encontraremos serán pústulas, costras y zonas alopécicas, que resultan dolorosas y causan picor en el animal.

Las infecciones secundarias suelen ser de origen bacteriano, causadas por bacterias como Pasteurella multocida, pero en ocasiones también se han visto implicados parásitos como Demodex, levaduras como Malassezia y hongos dermatofitos..

El diagnóstico debe realizarlo un veterinario, que explorando la zona podrá determinar si el tipo de lesiones coinciden con las del acné. Aun así, en aquellos casos complicados por la infección y la inflamación, puede ser necesario realizar pruebas diagnósticas complementarias,
como citologías, raspados cutáneos o cultivos microbiológicos. Estas pruebas servirán para diagnosticar el agente etiológico implicado y poder establecer el plan terapéutico más adecuado.

El tratamiento dependerá de las lesiones y complicaciones observadas. Aquellos casos asintomáticos donde solo se observan los comedones, pueden controlarse con lavados diarios de la zona con jabones de clorhexidina u otros antisépticos, cuya función principal será la de prevenir infecciones secundarias y reducir el exceso de sebo producido.

En aquellos casos complicados con foliculitis, será necesaria la administración de terapia antibiótica junto a los lavados antisépticos. Esta puede aplicarse vía tópica mediante pomadas, aunque se prefiere recurrir a la vía sistémica, dando antibiótico oral de amplio espectro durante el tiempo necesario para curar la infección.

La remisión completa del acné es complicada, ya que muchos factores intervienen en su etiología y la mayoría de los animales se mantienen con comedones durante el resto de su vida. Sin embargo, mediante el manejo del animal y su ambiente, podemos prevenir las infecciones y alargar los episodios de acné en el tiempo. Para ello, se recomienda sustituir los bebederos y comederos de plástico, por unos metálicos o de cerámica, ya que son más fáciles de limpiar y se ha visto que producen menos reacciones de hipersensibilidad en nuestras mascotas. Por otro lado, siendo el estrés uno de los factores implicados en el desarrollo del acné, introducir en casa las opciones que nos ofrece el enriquecimiento ambiental, son
siempre una buena idea a tener en cuenta.