La artrosis es una enfermedad crónica que afecta a una cuarta parte de la población canina. En ella se produce la degeneración y pérdida del cartílago articular, dando lugar a inestabilidad e inflamación de la articulación que se traduce en dolor.
La artrosis, puede o no ser secundaria a una enfermedad ortopédica del desarrollo (displasias de codo, cadera...etc) o ir asociada a edad, obesidad, factores genéticos, ejercicio y/o dieta.

Los signos por lo general son inespecíficos y a veces difíciles de detectar para los dueños. Desde cambios obvios como una cojera, rigidez o cambios en el comportamiento de agresividad e incomodidad, a cambios sutiles como podrían ser la reticencia a hacer ejercicio, evitar subir escaleras o al coche o disminución de la actividad general. Estos síntomas a menudo pasan desapercibidos por creer erróneamente que son cambios propios de la edad.

Ante cualquier sospecha, y más especialmente en perros senior, de raza grande u obesos, se debe acudir al veterinario para una revisión y determinar si es necesario un tratamiento destinado a paliar el dolor y mejorar su calidad de vida.

El veterinario realizará una exploración física en busca de zonas de dolor, engrosamiento de la cápsula articular, acumulación de líquido articular, atrofia muscular...etc.
La radiografía nos ayudará a confirmar estos cambios a nivel óseo (osteofitosis) pudiendo así confirmar la patología e iniciar un tratamiento médico.

El tratamiento puede incluir antiinflamatorios no esteroides (carprofeno, meloxicam...), analgésicos auxiliares (tramadol, amantadina, gabapentina...) y suplementos articulares (sulfato de glucosamina, sulfato de condroitina...). El control del peso, con dietas específicas en caso de necesitarlo, es de vital importancia, así como una modificación de la actividad, evitando ejercicio de acto impacto y sustituyéndolo por una actividad regular y moderada.