La inseminación artificial consiste en la recogida manual del semen del macho para posteriormente depositarlo en el aparato reproductor de la hembra con el objetivo de que esta quede gestante. Se recomienda en el caso de malformaciones congénitas o adquiridas del aparato reproductor tanto del macho como de la hembra, procesos concomitantes (artrosis, debilidad del tercio posterior...), comportamientos de rechazo de la hembra hacia el macho, dificultad para ejecutar la monta por parte del macho, diferencia de tamaño entre ambos o simplemente por el deseo de los propietarios de tener un mayor control del proceso (se realiza justo en el momento idóneo y normalmente se obtienen camadas más numerosas, lo que es positivo a la hora del parto ya que los cachorros no serán tan grandes).

El primer paso que se debe llevar a cabo es la revisión concienzuda por parte del veterinario tanto del macho como de la hembra para la detección de cualquier tipo de patología. Las desparasitaciones y vacunas deben estar al día, ya que cualquier enfermedad puede influir en la fertilidad.

Posteriormente habrá que detectar el momento óptimo del ciclo estral para realizar la inseminación (para recordar las fases del ciclo estral de la perra os invitamos a leer la entrada del blog titulada “Celo y ciclo sexual en perras”). Para ello se emplean dos técnicas laboratoriales de forma secuencial:

- CITOLOGÍA VAGINAL: consiste en tomar una muestra directamente de la vagina por medio de un hisopo para posteriormente extenderla y teñirla. La observación directa de las células permite determinar el momento del ciclo estral en el que se encuentra la hembra. La primera citología se realizará a los 5 días desde que comienza el sangrado (proestro). Se irá repitiendo cada 48-72 horas hasta que el veterinario determine que se trata de una citología de la siguiente fase, es decir, de estro. Es entonces cuando se comienza a medir la progesterona.

- MEDICIÓN DE LA PROGESTERONA EN SANGRE: se trata de la hormona de gestación que permite conocer el día en el que tiene lugar la ovulación y por tanto planificar la inseminación artificial. Se realizarán determinaciones de progesterona cada 48 horas hasta obtener un valor de 2-3ng/ml, lo que indicará que en 48 horas tendrá lugar la ovulación.

La planificación de la inseminación también depende del tipo de semen que se vaya a emplear: fresco, refrigerado o congelado. En la especie canina, para obtener los mejores resultados de fertilidad, se recomienda el semen fresco; sin embargo, en el caso de animales que no se encuentren en la misma región geográfica o de semen conservado de animales fallecidos, se puede emplear el refrigerado o el congelado. En el caso del semen fresco se recomienda realizar dos inseminaciones artificiales a los 2 días y a los 4 días de la ovulación, ya que es cuando los ovocitos están completamente maduros. La separación de 48 horas pretende dejar tiempo para la regeneración de los espermatozoides.

Si se opta por el semen fresco, el macho deberá acudir al veterinario los días marcados para las inseminaciones para realizar la recogida seminal. El eyaculado del perro es trifásico, coincidiendo cada una de las fracciones con las tres fases de la cópula:

• Fase uretral: fracción transparente. La emisión dura segundos y coincide con los movimientos pélvicos.
• Fase espermática: es la fracción más importante, ya que contiene los espermatozoides. Se produce cuando comienza la rotación del animal.
• Fase prostática: es la más abundante (hasta 30ml) y transparente.

Es recomendable recoger las fracciones por separado, siendo la fracción espermática la que se introducirá en la hembra (aunque si se emplea semen fresco la presencia de fracción prostática no es inconveniente, pero sí en el refrigerado o congelado porque dificulta su conservación). Se emplearán conos de látex, tubos o duquesas con bordes romos para evitar el traumatismo del pene.

Una vez obtenido el semen, debe estudiarse tanto de forma macroscópica (cantidad y color) como microscópicamente (morfología, número y motilidad de los espermatozoides). En el caso del semen fresco, debe depositarse el mismo en la hembra a los 5-10 minutos de la recolección.

Existen dos tipos de inseminación:

• INSEMINACIÓN INTRAVAGINAL: es el procedimiento más habitual debido a la anatomía de la especie. La perra presenta una gran longitud de la vagina (10-14 centímetros e incluso hasta 29 en razas gigantes). Además, la zona final presenta el fórnix dirigido hacia el suelo y tapado por el pliegue longitudinal dorsal, que es bastante grande. Para depositar el semen en la zona final de la vagina se emplean catéteres semirrígidos unidos a una jeringa que contenga el semen en una cantidad no superior a los 5ml (excepto en razas gigantes, que puede ser algo mayor). Es importante realizar al mismo tiempo un masaje del clítoris para estimular las contracciones, que ayudarán a los espermatozoides. Al final se introducirán 1-2ml de aire para permitir el paso de los espermatozoides que se hayan podido quedar en el catéter.

• INSEMINACIÓN INTRAUTERINA: si se emplea semen refrigerado, y especialmente si está congelado, la inseminación debe realizarse de forma intrauterina cateterizando el tubérculo cervical, ya que de la otra forma los resultados de fertilidad son muy bajos. Esto se debe a que la motilidad y el número de espermatozoides están reducidos. Para ello hay tres técnicas: catéter rígido, fibroscopio rígido o laparotomía/laparoscopia (se realiza una incisión en el útero y se deposita el semen).

Una vez finalizado el proceso, habrá que esperar para ver si la inseminación ha sido efectiva por medio de la realización de las pruebas de gestación establecidas para cada momento de la misma.