La parvovirosis canina es una patología muy grave y contagiosa que afecta principalmente a los
cachorros, en los que puede llegar a ser mortal. Está causada por el parvovirus canino tipo II, que afecta a
las células que tienen una rápida división, como ocurre en el intestino, médula ósea o tejidos linfoides.
El mayor riesgo de infección se da entre el destete y los 6 meses de edad. Puede aparecer algún caso en
perros adultos que no fueron vacunados de cachorros, pero es menos frecuente.
La principal vía de contagio es oro-nasal, es decir, por el contacto directo o indirecto de un perro sano
con el material fecal de perros infectados por parvovirus.
Este virus afecta principalmente al tracto digestivo, causando un cuadro clínico de depresión o
decaimiento, disminución del apetito, vómitos y diarrea sanguinolenta (en el 80% de los casos). También
puede aparecer fiebre y en los casos más severos, el cuadro puede llevar a una importante deshidratación
y muerte de los cachorros. En otros casos, pueden aparecer infecciones bacterianas secundarias.

Para confirmar el diagnóstico de la enfermedad, se necesitan pruebas específicas así como analíticas
sanguíneas de los animales afectados para vigilar la evolución de la enfermedad y como factor pronóstico.
Se debe hacer un diagnóstico diferencial con otras patologías como el moquillo canino, parásitos
gastrointestinales o infecciones por coronavirus, que pueden causar un cuadro clínico similar.
Como tratamiento, no existen medicamentos concretos frente al parvovirus, si no que se utiliza un plan
terapéutico en el que se combinan fármacos que traten los síntomas digestivos, como antieméticos para
los vómitos y protectores gástricos, y antibioterapia combinada para prevenir las infecciones secundarias
o tratar las ya existentes, y transfusiones de plasma.

 

La hospitalización para fluidoterapia intravenosa, será esencial en este caso, con el fin de evitar la
deshidratación por pérdidas digestivas (diarreas y vómitos) y todas las consecuencias que esta acarrea.
El pronóstico es reservado y dependerá en gran medida del establecimiento de un tratamiento de soporte
adecuado, por esta razón, ante la aparición de diarreas sanguinolientas en cachorros, que constituyen el
síntoma mas habitual, se debe buscar atención veterinaria urgente.
Control y prevención de la enfermedad

La mejor forma de prevenir la infección por parvovirus es mediante la vacunación de los cachorros, para
crear una inmunidad efectiva frente al virus. Se debe evitar que estos cachorritos salgan a pasear por la
calle, hasta acabar la vacunación, para evitar el contacto con material fecal con el que podrían infectarse.
Por otro lado, es fundamental mantener buenas condiciones higiénicas en el ambiente, especialmente en
criaderos o albergues donde existe un contacto estrecho entre los animales, ya que el virus es muy
resistente y puede llegar a sobrevivir hasta cinco meses fuera del animal.