Hoy hablaremos de una urgencia que vemos con relativa frecuencia, que es el patología pleural, ya sea provocado por efusión pleural o neumotorax.
La pleura es la membrana serosa que recubre el interior de la cavidad torácica, el diafragma, el mediastino y los pulmones, y que diferenciamos según su localización en pleura visceral y parietal.
Cuando esta es ocupada por líquidos (efusión) o aire (neumotorax) de manera anormal se imposibilita la distensión completa de los pulmones provocando un distrés respiratorio e intolerancia al ejercicio. Cuando el volumen ocupante es grande puede dar lugar a dificultad respiratoria severa.
Otros síntomas, no específicos, pero que pueden aparecer como resultado de la enfermedad causante del problema son; anorexia, debilidad, deshidratación, pérdida de peso, fiebre, mucosas pálidas, distensión yugular y pulso yugular, tos seca e improductiva por irritación pleural, en casos crónicos o síndrome de Horner, que nos hará sospechar de masa en mediastino craneal.

Se observará a la exploración física una respiración con un patrón restrictivo característico, en el que no hay una inspiración completa y a la auscultación se escucharán los sonidos cardiacos y pulmonares disminuídos o amortiguados.

Diagnóstico

La radiografía permite confirmar la presencia de efusión o neumotorax, valorar su extensión, posibles masas torácicas y reevaluar los pulmones una vez se ha retirado el líquido.
La radiografía permite confirmar la presencia de efusión o neumotorax, valorar su extensión, posibles masas torácicas y reevaluar los pulmones una vez se ha retirado el líquido.
El examen del líquido de efusión para citología, recuento celular, proteínas totales y cultivo y antibiograma nos va a permitir la clasificación del líquido en: Trasudado puro, trasudado modificado, exudado (séptico, no séptico, quiloso, neoplásico) y hemorrágico, lo que nos permitirá acotar la lista de diagnósticos diferenciales, que es muy amplia.
En el caso del neumotorax, en el que obtenemos aire en vez de líquido, tendremos que determinar si existe un traumatismo reciente o una patología pulmonar de base.

En cualquier caso, e independientemente de la causa, es necesario un tratamiento de urgencia en el que se retire el líquido o aire para evitar el compromiso respiratorio del paciente. Este proceso se conoce como toracocentesis, y puede realizarse mediante palomilla, aguja, cateter o colocando un drenaje pleural, cuando la producción de líquido es continua y necesitamos su vaciado constante.

El tratamiento posterior dependerá de la causa, pudiendo requerir cirugía en el caso de masas mediastínicas, torsión de lóbulo pulmonar, roturas o malformaciones de conducto torácico común...etc, o tratamiento médico, como en caso de piotorax, que requerirá un tratamiento antibiótico de mínimo 3 semanas y hasta 4-6 semanas, al que se le puede añadir también un desbridado y lavado quirúrgico.